La Grulla: el desafío de ponerse en marcha
La necesidad los llevó a un nuevo lugar. Aldo Altamirano (45) y Claudia Sánchez (46) abrieron el bar La Grulla, ubicado en las afueras de Valdivia, en marzo de 2019 y tras un año de funcionamiento, en el verano de 2020, el miedo de quedarse sin cerveza los empapó. Un miedo que lejos de paralizarlos los llevó a tomar la decisión de producir la propia y abrir una cervecería.
“Valdivia es una ciudad cervecera, en verano se abren muchas ferias y obviamente el producto local no tuvo capacidad, ni siquiera CCU, como para tener stock para nosotros como restaurante. Entonces de ahí nació la necesidad de contar con nuestra propia cerveza para evitar ese tipo de estrés, de que llegaba o no llegaba la cerveza, de con quién consigo, etc. Ahí decidimos tener nuestra propia marca, que le sirve al restaurante y a que no nos falte producto”, cuenta Altamirano.
Entonces vino la pandemia, tuvieron que cerrar el local y las ventas bajaron en un 80%. Pudo haber sido un período negro. Pero no. “Habíamos sido ordenados y teníamos nuestra cartita bajo la manga”, dice Aldo, quien durante ese tiempo se dedicó a madurar la idea de hacer una cervecería y comenzar a trabajar para ponerse en marcha.
“La pandemia nos sirvió para contactarnos con BRIGHT e invertir. Empezamos a trabajar con ellos para poder contar con nuestras propias ollas y todo lo que se requiere para hacer cerveza. No es una inversión menor y pudimos conocer cómo funcionaban los equipos y logramos traer nuestras máquinas a Valdivia. Ahora estamos a punto ya de montar la planta completa”, asegura y agrega que la idea es comenzar a producir 12 mil litros en diciembre. De esta manera, dice, pueden aprovechar la temporada alta para mostrar su cerveza.
Sobre el trabajo con BRIGHT, señala: “BRIGHT se ha portado espectacular. Hemos tenido una buena asesoría. Se han portado súper bien y nunca han dejado de apoyarnos. Yo acabo de enviarles un mensaje y me respondieron a los 10 minutos, y en ese sentido ha sido bien positivo. Estoy bien contento. Por eso cuando ellos me llamaron para que yo les facilitara las máquinas para que vayan a la Copa Cervezas de América —donde BRIGHT expuso una planta completa— no tuve ningún problema. Al contrario, fue un placer ayudarlos para que puedan mostrar la tecnología con la que están trabajando. Obviamente esto va para más, la idea es que nos vaya bien, y la idea es ir viendo de qué forma podemos ir creciendo junto a BRIGHT.
Pero en el largo camino que es hacer andar una cervecería no todo han sido altos. También han tenido que enfrentarse a procesos engorrosos.
“Para nosotros fue un poquito complicado entender, partir de cero, hacer galpones, construir los espacios, comprar containers, mover la maquinaria desde el norte hacia el sur, comprar una máquina para hacer latas en Miami. No es fácil, pero una vez que uno aprende le toma el pulso a todo, así que hoy día ya nos queda la parte técnica, que es montar, ver las posibles fallas, considerar tener repuestos para las máquinas que compramos y entender bien cómo funciona este sistema y, después de que esté eso madurado, viene el tema de la cervecería, que es un proceso más práctico, más constante”, sostiene Aldo, quien entiende de hacer cervezas porque antes, años atrás, producía 50 litros en su casa. Ahora se quiere masificar.
“Yo quiero distribuir en toda la región. Por algo compramos el sistema de latas y canales tengo. Tengo una ventana en la que yo puedo introducir mi cerveza”, señala.
Para concluir, es claro respecto al sello que buscará impregnar a la cerveza de La Grulla: “Vamos a seguir todos los procesos hasta el final. Yo conozco cómo funciona el mercado en Valdivia y hay empresas grandes que de repente cometen errores, apuran los procesos y finalmente no es el mismo producto. La Grulla, en cambio, va tener una planificación bien estructurada para poder cumplir todos los estándares de la cerveza. Vamos a luchar por eso”.
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