Esa época del año

Esa época del año

Corre noviembre y sabemos que diciembre vuela entre feriados y festividades. Llámame ansiosa, pero ya digo que el 2022 se acabó. Más de uno se alegrará de dejar este año atrás y se preparan para lo que viene. Pero cualquiera sea el caso, este es el momento de hacer una pausa y proyectar el 2023. Sí, llegó ese instante del año en que se realiza el presupuesto.

Un presupuesto no solo nos indica “cuánto tengo para gastar” (si es que tengo incluso algo para gastar). Es prácticamente lo contrario. Es suponer anticipadamente (pre-supuesto) lo que va a pasar y así estimar los resultados y desde ahí asignar los recursos. Entonces un presupuesto es la mirada de lo que esperamos vender, marginar, gastar e invertir, con todos sus matices, con los planes para que ello ocurra y cuantos supuestos podemos hacer que todo Excel va a aguantar de forma magistral. Así es: “el Excel aguanta mucho”.

Un presupuesto debe responder a la estrategia; ese es su origen. Los socios deben preguntarse una vez más para dónde va el negocio y qué harán para que eso ocurra. Juan Manuel Jordán del Instituto de Directores de Chile sugiere que estos deben ser épicos (“EPIC”). Nacen de una Estrategia, conforman los Planes, fuerza establecer los Incentivos y obliga al desarrollo de las Capacidades para cumplirlos.

Este esfuerzo mental debe realizarse en todas las industrias y tipos de empresas. Muchos argumentarán que no es necesario, que no están aún ahí, que aplica solo para las grandes corporaciones, etc., pero no es cierto. Y es que dedicarse a pensar sobre qué queremos del negocio para el año que viene y qué planes son los que nos llevarán allá es algo que emprendedores cerveceros hacen constantemente. “Vamos a crecer hacia otras regiones”; “vamos a participar en más ferias”; “vamos a abrir la sala de ventas”; “vamos a achicar el portafolio”; “vamos a conquistar medallas internacionales”, etc.

Sentarse una vez a pensar, diseñar, discutir y acordar el trabajo de lo que viene permitirá alinear los esfuerzos, medir y evaluar si fue un buen año o no, asignar de forma más eficiente los recursos y, básicamente, saber para dónde va la micro y cómo haremos para que avance. Hacer un presupuesto es una buena idea, no tiene que ser un trabajo complejo e incluso se puede hacer con un buen schop en la mano.

Por Laura Tano

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