Cada gota cuenta
En un contexto global de crisis climática, donde 184 municipios chilenos fueron declarados con falta extrema de agua (concentrando el 47% de la población del país); donde la desertificación avanza sostenidamente; donde según el Informe Hídrico de la Dirección General de Aguas (DGA) la falta de lluvia en grandes ciudades llega al 98% de déficit en comparación a años normales; donde se registra una reducción en el agua de embalses, hoy llenos hasta el 45% de su capacidad total, las cervecerías siguen operando y creciendo a ritmo acelerado. Donde antes se hablaba de 300 cervecerías nacionales, hoy estamos contando fácilmente mil empresas de distintos tamaños y las existentes cervecerías “craft” siguen mostrando tendencias al alza.
Es sabido que la cerveza es cerca de 95% agua. Pero no solo se requiere el agua como insumo, sino que en un sinfín de procesos relacionados directamente a la producción: extracción de azúcares, limpiezas de equipamiento, limpiezas de superficies, líneas de envasado, evaporación de líquidos, generación e intercambio calórico, mermas de producto y servicios utilitarios como baños y cocinas.
El problema de suministro es real, afectando a familias y sectores industriales completos. Sin embargo, no existe ningún tipo de regulación al respecto de parte de las autoridades. Tampoco hay autoexigencias de medición y gestión de parte de los mismos cerveceros.
El gigante Heineken declara: “El mundo necesita prestar atención al agua”. Es por eso que implementaron hace ya una década el programa “Every Drop” o “Cada Gota”, llegando en la actualidad a un promedio de 3,2 hectolitros de agua por cada hectolitro de cerveza producida, un número no fácil de lograr.
Los cerveceros tienen en sus manos herramientas para disminuir este impacto: métodos de recuperación y reutilización de agua de procesos, captación de vapores, protocolos eficientes de limpieza, equipos de acumulación, sistemas circulares de generación de energía y sistemas de captación de líquidos. Francamente, en una realidad como la de hoy, no medir, transparentar y gestionar la huella hídrica es un despropósito.
Se espera que programas formales de gestión hídrica se implementen y comuniquen y la industria pueda seguir creciendo en un Chile donde cada gota cuenta.
Por Leo Dámen